Las Palmas Atlético cerró la mejor temporada de su historia con un encuentro a lo grande (0-1). Casta, fé, convicción, sacrificio, ocasiones y victoria ante un rival hecho para ascender. Los hombres de Víctor Afonso y Jose Luis Padrón vuelven a Gran Canaria con la cabeza bien alta por la magnífica imagen dada en un partido de vuelta y en una temporada que ya queda guardada como la mejor temporada del filial amarilla en toda su historia.
Con un magnífico ambiente en el Estadio "Francisc Artes Carrasco" se presentaban en escena La Hoya de Lorca Las Palmas Atlético. Los murcianos con la obligación de pasar una eliminatoria que ya traían de cara desde Gran Canaria y los filiales amarillos con la intención de seguir demostrando que no existía la palabra casualidad en una temporada que no podremos olvidar.
El equipo amarillo se encontró con La Hoya que esperábamos. Equipo bien armado en defensa y con mucha calidad en sus hombres de ataque, que hacía más difícil aún si cabe la proeza que se traían entre manos.
En la primera mitad el equipo local tiró de manual y mantuvo el resultado sin descartar dar el zarpazo definitivo al filial tras algún contragolpe o alguna jugada a balón parado. Fue un primer tiempo en el que los dos equipo nadaban y guardaban la ropa.
La segunda parte fue un monumento al descaro y a la convicción por parte de Las Palmas Atlético. Los cambios realizados desde el banquillo en el ecuador de este segundo tiempo enviaron el mensaje forma directa al cerebro y al corazón de los protagonistas amarillos: "ganar, ganar y ganar".
Primero con línea de tres en defensa y posteriormente con Jesús y Leo como únicos hombre en la cobertura el partido se transformo en un ida y vuelta constante que puso al borde del infarto a la parroquia local y a todos los allí presentes, debido a la cantidad de opciones de las que dispusieron ambos equipos.
Las Palmas Atlético necesitaba dos goles ante el equipo menos goleado de toda la Segunda División B y a fé que estaban yendo a por ellos y poniendo contra la pared a su rival.
El gol de Adrián en el minuto 42 hizo subir la temperatura a niveles máximos en el estadio porque lo jóvenes jugadores amarillos ya tenían la decisión tomada.
La tuvo David Simón en tiempo de prolongación, pero la historia nos había abierto paso hasta aquí y el público respiró tranquilo en el 43 cuando el colegiado dió por finalizado el encuentro.
El abrazo de grupo en el centro del campo entre los jugadores y el cuerpo técnico, escenificó lo que ha sido un temporada inolvidable absolutamente.
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