Derrota de la UD Las Palmas en casa el día de la vuelta de Pejiño y del debut oficial de Rafa Mujica. Los amarillos cedieron los tres puntos ante el Sabadell en un partido condicionado durante una hora por la expulsión del portero titular, Alex Domínguez. Los jugadores de Pepe Mel debieron afrontar una colección de contratiempos en el partido, pero no equilibraron el solitario tanto lanero obra de Juan Hernández en la segunda parte
Las Palmas ya encontró una hilera de dificultades en el primer periodo, luego de una etapa previa de tanteo mutuo. Era hasta entonces un partido nivelado, pero a la media hora la discutida expulsión del portero local, Alex Domínguez, cambió la ruta prevista.
Los amarillos se habían acercado poco a las inmediaciones del portero vallesano Mackay, que sin embargo se encontró con un balón rebotado por Maikel Mesa y otro que no pudo rematar Sergio Araujo, tras un pase del tinerfeño, en sus momentos más inquietantes.
El Sabadell se aproximó también y en una de sus jugadas, con un servicio vertical de Stoichkov, Alvaro Vázquez encontró en su camino hacia el área al portero Alex Domínguez. Éste resultó expulsado en una decisión que necesitó amplia revisión en la sala VAR.
Mel sacrificó a Claudio Mendes para poder dar entrada al meta reserva, Alvaro Valles. Y fue el portero andaluz el que, minutos después, rechazaba casi en frío la mejor ocasión de la primera parte. Stoichkov cabeceó en la frontal del área pequeña para que Valles respondiera con rápidos reflejos.
Para entonces, Las Palmas había agotado su segundo cambio al solicitar Eric Curbelo ese relevo. Se encontraba el central satauteño indispuesto, tras dos atenciones médicas en el césped del Gran Canaria. Los planes del entrenador se habían hecho añicos en dos instantes aciagos.
Las Palmas trató de reaccionar en ataque con la vuelta de Pejiño a la Liga. Pero fue el Sabadell el que se adelantó en el marcador, con un gol de Juan Hernández tras pérdida amarilla en el centro del campo.
El esfuerzo local no cesó hasta el final, pero pudieron acusar en la recta final la ausencia de una ficha en el tablero durante una hora ante un rival que protegió su renta y desplegó rápidos contragolpes.
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