jueves, 9 de enero de 2014

Walter Tavares, la nobleza hecha altura ( Su historia)

Como magia, el pívot del Herbalife Gran Canaria ha aparecido en la Liga Endesa de la nada. En 2008 no sabía nada de baloncesto, ahora, de isla a isla, este chico de 2,20 ha conquistado la zona. Su zona. Esta es su historia...

A dos horas de Canarias en avión, a la altura de Senegal. Cabo Verde recibe su nombre por el extremo más occidental de África, una península de idéntico nombre y donde destaca una ciudad tan importante como Dakar, con cuyos ojos vio nacer al eterno capitán amarillo, Sitapha Savané.

Sin "el pequeño almirante" en el bote insular, resaltando lo de pequeño con dobles comillas, el testigo africano del Herbalife Gran Canaria lo ha cogido un chico llamado y registrado como Walter Samuel Tavares da Veiga, pero al que llaman cariñosamente Edy. ¿Por qué? Porque el abuelo quería ese nombre para su nieto. Tal fue su empeño que consiguió ganar a todos los papeles oficiales para imponer su ley. 'Para criar, los padres, y para malcriar, los abuelos', dice el dicho.

Edy es un jugador poco común por su trayectoria. Y es que apenas tiene. Es un chico que en el 2008 no había tocado una pelota de baloncesto en su vida. ¿Cómo es posible? Tiene una casi imperceptible peculiaridad: mide 2,20.

"Todo el mundo me decía que tenía que jugar a basket", reconoce. Es un tópico. El mundo da por asumido que si una persona es alta se tiene que dedicar al baloncesto. Él, como muchos, hacía oídos sordos.

Contaminado por el carácter de su isla, el chico vivía tranquilo envuelto en el ambiente de su gente. "Estaba estudiando y ayudando a mi madre", recuerda. Linet, que así se llama ella, "tiene una tienda normal que vende de todo". Era su refugio y el lugar donde pasaba las tardes después de ir a la escuela, en donde ni siquiera tenía una simple mesa y una simple silla adecuada a su tamaño. Y donde, incómodo, pasaba las primeras horas del día soñando con ser informático.

La genética es testaruda. "Toda mi familia es alta", avisa. Su madre, 1,85, su padre, de nombre Tchema, un marinero que trabaja en los grandes barcos que transportan contenedores, mide 1,96. ¿Cómo es posible que nadie le rescatara de la profunda paz de Maio para hacerlo profesional de la canasta?

El entorno no era el adecuado. "No sabía nada de baloncesto, en mi país solo se habla de fútbol. No hay muchas canchas de basket, y las que hay, están muy desgastadas y no sirven para nada", comenta el techo amarillo. Pero el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. A los buenos, en el cielo. A los malos, en el infierno. A Walter Tavares, en el parqué.

Un día, un tendero vecino y amigo de su abuela, cansado de ver tanto centímetro lejos de una pista, le preguntó si quería jugar. El ahora interior amarillo le contestó que sí, como a todos los que sacaban el tema, para acabar la conversación y seguir con sus estudios. Pero esa tarde fue diferente. No obtuvo una sonrisa como respuesta, sino una contestación seria. "Voy a llamar a un amigo que tengo en Gran Canaria que te puede ayudar", le comentó: "Quizá pueda hacerte una prueba".

La persona que viajó a Cabo Verde a ver al chico fue Carlos Frade. Una vez terminada la misma, el caboverdiano viajó a Gran Canaria. "Nunca había hecho un viaje de más de dos horas. Solo los había hecho de 10 a 30 minutos, pero cuando vine aquí no sabía qué hacer en el avión, me quedé como muy encerrado", dice riendo mientras recordaba la experiencia.

Edy estuvo un mes en Gran Canaria probándose como amarillo. "Estaba en otro mundo. Nunca había estado en un lugar tan moderno y tan civilizado. Me quedé sorprendido y feliz de ver un lugar tan bonito y con muchas cosas nuevas". Tanto es así que su película favorita es 'Avatar'. "Fue la primera que vi en el cine, la pantalla era tan grande...", comenta de su primera impresión.

Finalizado su entrenamiento, vuelta al país que lo vio crecer, aunque no iba a durar mucho. Al poco tiempo recibió la ansiada llamada. Le querían en el C.B. Gran Canaria. "Fue una alegría cuando me llamaron. Cuando regresé me dijeron que aún no sabía cómo jugar pero le ponía ganas con mi trabajo y que me iban a dar un año para ver cómo evolucionaba. Después ya se vería", explica hoy, tras cuatro años en Canarias, donde se ha adaptado a la perfección. De isla a isla, gente pausada, tranquilidad.

"Vine con la mentalidad de aprovechar la oportunidad e intentar quedarme y nunca pensé que hice una locura, vine con la mente clara", comenta Tavares. Aquel chico tímido no quería dejar pasar el tren. Lo tenía claro. Estaba decidido. Al fin y al cabo, la naturaleza es sabía. Era donde tenía que estar. Era su sitio. Había nacido para ello.

Nadie nace sabido y Edy no era una excepción. El baloncesto es un deporte complicado, con muchas normas y fundamentos. "No sabía qué hacer con el balón la primera vez que lo cogí. No sabía cómo reaccionar cuando me la pasaban ni cuándo botar", aunque no lo recuerda bien, comenta algo vergonzoso.

Sus comienzos fueron entrenar, entrenar y entrenar. "Todos los días, incluso el domingo, tenía un tutor en la residencia que me entrenaba hasta en el día libre", comenta. Poco a poco fue cogiendo aptitudes para unirse a sus compañeros. "Tardé mucho en jugar. Estaba con el Junior Insular. Jugaba con los más pequeños, solo para soltarme".

Su carácter no favorecía mucho. Su timidez era el único pero a sus increíbles ganas de trabajar. "Al principio era muy vergonzoso. Las dos primeras semanas no hablé con nadie. No tenía mucha facilidad para hablar con la gente, pero poco a poco me fui comunicando con ellos y soltándome más", explica.

Entonces apareció otra problemática. Ésta, mucho más seria que la anterior: las lesiones. "Las sufría a menudo porque nunca había practicado deporte y el cuerpo no estaba acostumbrado. He ido poco a poco fortaleciendo el cuerpo", y ahora, aún con mucho margen de crecimiento muscular, aguanta los golpes de los pesos pesados de la mejor liga de Europa y los saltos con las siempre más pequeñas torres de la competición. Pero antes, hubo otra parada en el camino.

Fue cuando dio el paso. No el de una persona normal. Dio un paso de Tavares. Enorme. Como un efecto dominó llegó a la profesionalidad. Taurean Green y Spencer Nelson se habían lesionado en el Herbalife Gran Canaria, con lo que Óscar Alvarado y Antonio Peña, entonces en el U.B. La Palma de Carlos Frade de la Adecco Oro, fueron llamados para sustituir a las bajas del club de la Liga Endesa. Fue entonces cuando Edy entra en escena.

Un día de enero de 2012, su mentor necesitaba volver a vestir al equipo tras la vacante dejada por Peña. "Frade siempre me dio la confianza. En la post-temporada entrenaba con él y me decía que estaba evolucionando, que estaba trabajando bien y que me iba a llevar con él a La Palma a seguir aprendiendo".

Al terminar la gran temporada en La Palma, dudas. Muchas dudas. Octavos con un equipo muy joven. Jugaron el Playoff por el ascenso donde cayeron contra el Grupo Iruña Navarra por 3-1, siendo una de las sorpresas de campeonato. "Estaba esperando a ver si La Palma iba a salir o no", comenta. Pero no fue así, el equipo renunció a su plaza en la Adecco Oro por motivos económicos y volvió a Gran Canaria.





"No sabía que iba a venir al primer equipo. Cuando me lo dijeron me quedé todo asustado, no me lo creía", dice Edy sonriendo al recordarlo.

-"Tienes que entrenar con el ACB por la mañana".
-"¿Yo? No puede ser".

Tavares compaginaba el día a día del primer equipo con el de la Adecco Plata. Habiendo disputado minutos ocasionalmente con el conjunto de Pedro Martínez desde enero de 2013, en uno de los encuentros con el filial, concretamente su segundo partido con ellos, rompió la estadística.

Se enfrentaba al líder, un equipo que ya había ascendido. El Unión Financiera Asturiana de Oviedo ya era carne de Oro. Edy, como quien no quiere la cosa, anotó 19 puntos, cogió 20 rebotes, consiguió dos robos, cinco tapones, un mate y le hicieron 11 faltas, para un total de 39 de valoración que le valió para ser el MVP de la Jornada. Sus compañeros ya estaban descendidos y su actuación tampoco sirvió para ganar el encuentro, pero sí para que solo jugase un partido más en la Adecco Plata. ¡La Liga Endesa le esperaba!

 Tavares ya se había cansado de estar continuamente adaptándose al mundo en miniatura. Ahora ya se encontraba en su realidad. Jugando "con gente de su tamaño". Aunque si hace una mirada para atrás, reconoce que "nunca había pensado que iba a estar aquí". "El cambio fue muy rápido y no me ha dado tiempo a pensar, ahora estoy jugando y me siento bien. Intento disfrutar lo máximo de los minutos que me dan", dice el africano.

Rutina ACB. Como no podía ser menos, como 'rookie' que es, tiene que aceptar su papel. "Me hacían muchas bromas", confiesa: "Yo siempre era el que tenía que repetir todo porque los veteranos estaban cansados y esas cosas. Pero lo pasé bien", dice de sus primeras semanas en el día a día en el equipo de Pedro Martínez.

El técnico le da "muchos consejos", dice el chico. "Habla muchísimo conmigo para que esté con los pies en el suelo y para que no escuche mucho los halagos y siga trabajando cada día". Y sus compañeros en la pintura, también se visten de vez en cuando de entrenadores, "especialmente Xavi (Rey), Eulis (Báez) y Nacho (Martín)". "Siempre hablan conmigo, me explican todo lo que tengo que hacer, que lo tome con calma y que todo el mundo se equivoca cuando tengo fallos", explica.
No puede tener a su lado mejores maestros. Sin duda, su nuevo entorno le cuida dentro y fuera de la cancha. Edy ya es uno más de la familia amarilla. Unos vienen, otros van, la familia siempre continúa.

La fama gira a su alrededor, no en su cabeza. Este es su camino pero, ¿quién es realmente Edy? "Edy es un tío tímido, que no le gusta estar en la mira de la gente. Un tipo simple, normal y corriente".

¿Cómo no va a ser normal si aún jugando en la mejor liga de Europa sigue viviendo en la residencia del club? Sigue cogiendo el autobús para ir a entrenar y a jugar. Continúa riendo tímidamente cuando se le pregunta por las mujeres. Sigue echando de menos a su madre, aquella que de joven jugó al balonmano, haciéndola sentir orgullosa aprovechando su oportunidad, como ella misma le recomendó. Sigue añorando la cachupa, su plato favorito y comida tradicional de su país. Sigue siendo el mismo Edy, aquel joven que salió de Cabo Verde hace cuatro años: "Ahora que soy más conocido, lo sigo llevando normal porque desde pequeño soy el que más llama la atención".

Los cascos puestos en sus orejas. Sonando 'Nha musica', de Djodje, para curar la nostalgia. Cerca de sus dos primos y su hermano Sander, que con 14 años ya mide 1.90, "creo que me va a coger", dice riendo, que junto con él mismo, forman parte de una gran comunidad de jóvenes caboverdianos residentes en la isla de Gran Canaria: "Así es más fácil", dice de su adaptación.

¿Y qué mejor cura que representar a Cabo Verde en el Afrobasket? "Fue una alegría cuando me llamaron. Siempre había querido representar a mi selección y con la oportunidad que me dieron, fui y casi llegamos a la final. Además, conocí la otra África, viajé a muchas partes y vi su realidad. Es importante para mi experiencia. ¿Repetir? El trabajo lo dirá", confiesa.

Gracias a la cantidad de vídeos que le han puesto de basket durante su corta carrera, "especialmente Carlos Frade, que ponía mucha atención en eso", se ha aficionado a ver vídeos de la NBA: "Son vídeos muy guapos". Fijándose actualmente en Dwight Howard (aunque su jugador favorito es Shaquille O'Neal), quiere seguir progresando: "Todavía me queda muchísimo para estar a mi máximo nivel. Intento aprovechar lo que me dan e intento mejorar cada día y poco a poco".

Tavares sigue caminando, vestido con la ropa que tanto le cuesta encontrar, para llegar a ser alguien en este deporte. ¿Tanto como Savané? "Eso es difícil. Un jugador siempre quiere ser reconocido en un sitio. Cuando me dijeron que tenía que entrenar con el ACB lo primero que pensé es que iba a estar con Savané, entrenar con él, con una persona que es muy respetada aquí. Cuando llegué me fijé en él desde el primer día".

acb.com




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