viernes, 6 de junio de 2014

Antonio de Armas glosa a la figura de Pascual Calabuig

Extracto de la publicación de A. de Armas en www.udlaspalmas.es 

De nuevo he querido volver a recuperar los paisajes olvidados de mi infancia y primera adolescencia; los escenarios de aquella Tafira rural y nuestro semanal itinerario hacia aquella levítica Vegueta donde se encontraban los dos centros de enseñanza más relevantes: el confesional San Ignacio de Loyola y el laico Viera y Clavijo.

Como muchas generaciones de familias a lo largo de los años, el escenario no difería de forma sustancial.
De regreso al colegio, bajando la carretera antigua del centro bordeada de robustos eucaliptos, había una cita obligada.
La emisora Radio Atlántico bajo la inconfundible voz del locutor deportivo Pascual Calabuig expandía sus ondas a todos los rincones de la isla, comenzando con el preámbulo de una marcha militar que nos enaltecía de emoción y aún resuena en nuestros oídos.
Decía Keats que la lluvia que ves y escuchas de niño es una lluvia de plenitud.
La niñez es tímida pero es donde hay más sensaciones almacenadas en tu memoria.
Pascual Calabuig, al igual que Proust formaba parte de nuestro paraíso perdido.

Recuerdo en mi más tierna infancia las risas de mi familia alrededor de la mesa a la hora del almuerzo con el humor rebosante de canariedad del entrañable locutor Florencio Bethencourt, "Juan Gol".
Sin embargo el verdadero mesías radiofónico estaba por llegar.
El locutor deportivo valenciano y canario de adopción comenzaría en Radio Las Palmas. Su irrupción en las ondas fue como una epifanía marcando con su impronta y acusada personalidad una nueva forma de hacer radio.
Su programa deportivo alcanzaría cifras insospechables de audiencia jamás conocidas en todo el archipiélago canario, teniendo en cuenta el índice demográfico de aquellos años.
Su popularidad abrumadora y desbordante se apoderaba de una época alcanzando un potencial mitológico.


Pascual Calabuig se convertiría en un fenómeno de masas y en el referente de toda una legión de seguidores que veían en él al ídolo que les aliviaba de todas las penurias de la aún cercana postguerra.
La emisora Radio Atlántico –época de mayor esplendor- era como un apéndice de su espacio vital.
La apacible, por aquel entonces, ciudad de Las Palmas, se convertía en esa franja horaria en un pasaje desierto pero de igual forma, en un mapa sonoro escuchando la voz del rey de los locutores.
A su timbre musical o tono de voz le acompañaba una dicción y entonación insuperables. Sus signos de puntuación y silencios eran de una precisión inusual en aquellos tiempos.
La musicalidad de su voz se expandía como un coro celestial a todos los hogares isleños.
Su temática y la elección de los campos semánticos constituían toda una novedad para la época, sabiendo imprimir al programa el contenido y el tempo de los grandes maestros clásicos: introducción, nudo y desenlace. La narración fluía hasta alcanzar un máximo paroxismo o gradación ascendente al pronunciar una frase contundente o angular que captara la atención del radio oyente y que simbolizaba toda su exposición narrativa –función conativa o apelativa del lenguaje- para finalizar con el popular anticlímax ¡Pues no faltaba más! Buenas tardes.

Pascual Calabuig siempre abogó por un verbo calmado y reflexivo donde, pese a no renunciar de su libertad crítica, sobresalía la consideración, el estímulo y respeto a los demás.
Con los deportistas y otros estamentos del club nunca dejó de cumplir con su obligación independiente y sincera pero intentando en todo momento aglutinar voluntades.
Muchas generaciones de canarios crecimos y soñamos al calor de aquella obertura militar que encabezaba su programa del mediodía, también con sus comentarios o entrevistas en vestuarios a todos aquellos legendarios jugadores que ya forman parte de la mitología futbolística insular.

Capítulo aparte eran sus retransmisiones de inolvidables encuentros de las que fue un auténtico pionero. Recuerdo de manera especial las de los años cincuenta o la consecución por primera vez en la historia del Campeonato Nacional de Juveniles donde nuestros "diablillos amarillos" harían morder el polvo de la derrota a la Selección Castellana en el estadio de La Condomina de Murcia.

Sin embargo, sus crónicas deportivas no se limitaban solamente al mundo del fútbol. Sus retransmisiones de veladas pugilísticas marcarían, igualmente, profunda huella siendo el enviado especial a los campeonatos de España amateur que se celebraban por toda la geografía peninsular narrándonos los logros de todos aquello pugilistas que darían tanta gloria al boxeo canario.
En el campo profesional no sólo se limitaba a radiar los combates sino a bautizar a aquellos deportistas del noble arte con sobrenombres que tan hondo calaron en los aficionados isleños, quedando inmortalizados para la eternidad: Cesáreo Barrera "El Bombardero del Puerto", Kid Tano "El Sordomudo de Arenales", Lelo Suárez "El Ídolo del Puerto", Carmelo García "Gancho", Salvador Domínguez "El Caballero del Ring", Miguel Calderín Liria "Kimbo"…

No menos célebres fueron sus retransmisiones del campeonato de España de natación. Magnífica sería nuestra victoria ante el Barcelona con un equipo plagado de excelentes nadadores.
Este deporte tuvo su época de esplendor en la década de los cuarenta y principio de los cincuenta con Manolo Guerra, Alberiche, Jesús Domínguez, Pastora Martín o en los inicios de los sesenta con Julio y Jesús Cabrera Balsa, Eduardo Ley, José Mª Cossío, Rita Pulido, Arturo Lang Lenton…

Mucho habría que comentar de la vuelta a las competiciones de la Vela Latina tras muchos años de olvido. En honor a la verdad nuestro conocimiento de este deporte por aquellos años era nulo. Pascual Calabuig no sólo nos retransmitía las regatas de aquellos primeros botes como el Porteño, Tomás Morales, Santa Catalina, Perico, Minerva, Muelle Grande, sino los entresijos de este deporte y la vida y obra de sus patrones, en aquellos años auténticos lobos de mar: Domingo Oramas, El Calafate, Ceballos…

Tratar de enumerar en este artículo todas las especialidades deportivas divulgadas por Pascual Calabuig sería tarea ingente. Sólo pretendemos dejar constancia de su ardua e ímproba labor y la repercusión que ha tenido en el deporte canario en particular y en la masa social en general.
No debemos tampoco olvidar que todas estas radiaciones serían emitidas con posterioridad en imágenes a través de Televisión Española en Canarias donde él fue auténtico creador.




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