El Herbalife Gran Canaria supo competir, y muy bien, durante los primeros treinta minutos de partido, pero acabó hundiéndose en el último cuarto encajando un parcial de 12-32.
Nuestro Gran Canaria se hizo grande. Después de 52 años de entrega, sacrificio y muchísima lucha, nuestros claretianos se metían en una final europea. Pero la peor parte del proceso de hacerse mayor estaba por llegar. Y es que nunca uno madura sin recibir golpes.
El ambiente en el Gran Canaria Arena fue espectacular. Las gradas estaban pintadas de amarillo y la afición isleña apretó desde el primer minuto. Pero eso no es algo que moleste a jugadores como Tyrese Rice.
El MVP de la Eurocup tuvo unos primeros minutos impresionantes, anotando la canasta inaugural de los suyos y dando tres asistencias consecutivas para liderar un parcial inicial de 2-8 (minuto 4). El estadounidense dejó claro que no iba a ser nada fácil, pero el Herbalife Gran Canaria tiró de orgullo y honor para mantener las cosas igualadas.
Un triple de Kuric, que luego taponaba a Rice, y una canasta de Tavares tras una gran circulación permitía a los de Aíto García Reneses ponerse uno arriba con un parcial de 7-0. Todo esto con Brad Newley en el banquillo. El australiano, con una importante lesión en la rodilla, vio limitados sus minutos en pista.
Davis empezó a hacer daño en la pintura. Apareció por fin uno de los pocos pívots en Europa que no temen hacer un gancho en la cara de Edy Tavares. El pívot caboverdiano no pudo parar al americano, que anotó diez puntos en el primer cuarto. A pesar del empuje ruso, el Herbalife Gran Canaria no le perdió la cara al choque en ningún momento, quedándose a dos puntos al término del primer cuarto (19-21).
Se hacía mayor nuestro Gran Canaria, y lo hacía minuto a minuto. El Khimki demostró que los más de diez millones de euros que existen de diferencia entre presupuestos están bien invertidos. Y no en los Davis, Rice o Koponen, sino en los jugadores locales. Fueron Ilnitskiy y Vyaltsev quienes mandaron en las jugadas visitantes.
La diferencia llegó a superar los diez puntos en varias ocasiones, pero un 2+1 de Oriol Paulí, que disputó gran parte del segundo período, conseguía mandar las cosas al descanso en siete puntos (33-40).
Siguió luchando jugada a jugada un Herbalife Gran Canaria que no dejaba de creer ante el todopoderoso equipo ruso. Ya sacudidos los nervios de la primera mitad, el tercer cuarto del equipo amarillo fue para enmarcar. Pero lo fue, sobre todo, el que realizó un Eulis Báez pletórico.
El dominicano anotó seis puntos consecutivos, incluido un impresionante rebote-mate que acabó en tiro adicional que hizo levantar a la afición claretiana. Una afición que nunca desfalleció y que enloqueció del todo con una canasta a la contra de Kuric, que obligaba a Kurtinaitis a pedir su único tiempo muerto de la noche (41-44, minuto 25).
El partido se convirtió entonces en un constante intercambio de golpes en unos minutos que fueron maravillosos, una auténtica oda al baloncesto. No porque las canastas predominaran, sino porque casi todos los puntos que caían en la canasta lo hacían tras jugadas elaboradas y buenas defensas por ambas escuadras.
Báez y Kuric seguían aliados para dar alas a un Herbalife Gran Canaria que rechazaba dejar de soñar, y después de llegar a ponerse a tan solo dos puntos, caía por tan solo cinco a falta de diez minutos (54-59).
Y cuando todo hacía presagiar un final igualado, una lucha orgullosa por un sueño, tocó madurar. Tocó hacerse mayor. El Khimki enseñó todo su arsenal y Petteri Koponen, la estrella finesa, se encargó de dinamitar el partido. El internacional con Finlandia anotó cinco puntos en un abrir y cerrar de ojos que pudieron la desventaja otra vez por encima de los diez puntos (55-67, minuto 33).
El Herbalife Gran Canaria acusó más que nunca los nervios, y mezclados con el cansancio, se convirtieron en un combinado imposible de digerir. Los amarillos vieron cómo, jugada a jugada, el Khimki se alejaba cada vez más. Con una solidez inusitada, con una frialdad propia de quienes ya han jugado muchas más finales como esta.
La diferencia final fue de veinticinco puntos y, a pesar de que la misión se antojaba complicada, la diferencia fue un auténtico palo para un equipo cabizbajo en el vestuario, pero que volvió a salir a pista para agradecer el impresionante apoyo de la afición.
Toca jugar la vuelta en Rusia. Es casi imposible, pero en el deporte todo puede pasar. Y si hay que morir, se morirá de pie en Moscú.
91 – Khimki Moscú (21+19+17+32): Rice (13), Ilnitskiy (5), Vyaltsev (18), Monia (9) y Davis (17) -cinco inicial-, Sheleketo (2), Augustine (8) y Koponen (18).
Árbitros: Rocha (Portugal), Chiari (Italia) y Nuran (Turquía). Eliminaron por faltas personales al visitante Monia (min. 35).
Incidencias: partido de ida de la final de la Eurocopa de baloncesto disputado en el Gran Canaria ante 9.865 espectadores. Estuvieron presentes los presidentes del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, y de la ACB, Francisco Roca, entre otros
El ambiente en el Gran Canaria Arena fue espectacular. Las gradas estaban pintadas de amarillo y la afición isleña apretó desde el primer minuto. Pero eso no es algo que moleste a jugadores como Tyrese Rice.
El MVP de la Eurocup tuvo unos primeros minutos impresionantes, anotando la canasta inaugural de los suyos y dando tres asistencias consecutivas para liderar un parcial inicial de 2-8 (minuto 4). El estadounidense dejó claro que no iba a ser nada fácil, pero el Herbalife Gran Canaria tiró de orgullo y honor para mantener las cosas igualadas.
Un triple de Kuric, que luego taponaba a Rice, y una canasta de Tavares tras una gran circulación permitía a los de Aíto García Reneses ponerse uno arriba con un parcial de 7-0. Todo esto con Brad Newley en el banquillo. El australiano, con una importante lesión en la rodilla, vio limitados sus minutos en pista.
Davis empezó a hacer daño en la pintura. Apareció por fin uno de los pocos pívots en Europa que no temen hacer un gancho en la cara de Edy Tavares. El pívot caboverdiano no pudo parar al americano, que anotó diez puntos en el primer cuarto. A pesar del empuje ruso, el Herbalife Gran Canaria no le perdió la cara al choque en ningún momento, quedándose a dos puntos al término del primer cuarto (19-21).
Se hacía mayor nuestro Gran Canaria, y lo hacía minuto a minuto. El Khimki demostró que los más de diez millones de euros que existen de diferencia entre presupuestos están bien invertidos. Y no en los Davis, Rice o Koponen, sino en los jugadores locales. Fueron Ilnitskiy y Vyaltsev quienes mandaron en las jugadas visitantes.
La diferencia llegó a superar los diez puntos en varias ocasiones, pero un 2+1 de Oriol Paulí, que disputó gran parte del segundo período, conseguía mandar las cosas al descanso en siete puntos (33-40).
Siguió luchando jugada a jugada un Herbalife Gran Canaria que no dejaba de creer ante el todopoderoso equipo ruso. Ya sacudidos los nervios de la primera mitad, el tercer cuarto del equipo amarillo fue para enmarcar. Pero lo fue, sobre todo, el que realizó un Eulis Báez pletórico.
El dominicano anotó seis puntos consecutivos, incluido un impresionante rebote-mate que acabó en tiro adicional que hizo levantar a la afición claretiana. Una afición que nunca desfalleció y que enloqueció del todo con una canasta a la contra de Kuric, que obligaba a Kurtinaitis a pedir su único tiempo muerto de la noche (41-44, minuto 25).
El partido se convirtió entonces en un constante intercambio de golpes en unos minutos que fueron maravillosos, una auténtica oda al baloncesto. No porque las canastas predominaran, sino porque casi todos los puntos que caían en la canasta lo hacían tras jugadas elaboradas y buenas defensas por ambas escuadras.
Báez y Kuric seguían aliados para dar alas a un Herbalife Gran Canaria que rechazaba dejar de soñar, y después de llegar a ponerse a tan solo dos puntos, caía por tan solo cinco a falta de diez minutos (54-59).
Y cuando todo hacía presagiar un final igualado, una lucha orgullosa por un sueño, tocó madurar. Tocó hacerse mayor. El Khimki enseñó todo su arsenal y Petteri Koponen, la estrella finesa, se encargó de dinamitar el partido. El internacional con Finlandia anotó cinco puntos en un abrir y cerrar de ojos que pudieron la desventaja otra vez por encima de los diez puntos (55-67, minuto 33).
El Herbalife Gran Canaria acusó más que nunca los nervios, y mezclados con el cansancio, se convirtieron en un combinado imposible de digerir. Los amarillos vieron cómo, jugada a jugada, el Khimki se alejaba cada vez más. Con una solidez inusitada, con una frialdad propia de quienes ya han jugado muchas más finales como esta.
La diferencia final fue de veinticinco puntos y, a pesar de que la misión se antojaba complicada, la diferencia fue un auténtico palo para un equipo cabizbajo en el vestuario, pero que volvió a salir a pista para agradecer el impresionante apoyo de la afición.
Toca jugar la vuelta en Rusia. Es casi imposible, pero en el deporte todo puede pasar. Y si hay que morir, se morirá de pie en Moscú.
Ficha técnica:
66 – Herbalife Gran Canaria (19+14+21+12): Bellas (3), Kuric (23), Urtasun (-), Báez (18) y Tavares (4) -cinco inicial-, Newley (2), O’Leary (5), Paulí (3), Kendall (1) y Oliver (7).91 – Khimki Moscú (21+19+17+32): Rice (13), Ilnitskiy (5), Vyaltsev (18), Monia (9) y Davis (17) -cinco inicial-, Sheleketo (2), Augustine (8) y Koponen (18).
Árbitros: Rocha (Portugal), Chiari (Italia) y Nuran (Turquía). Eliminaron por faltas personales al visitante Monia (min. 35).
Incidencias: partido de ida de la final de la Eurocopa de baloncesto disputado en el Gran Canaria ante 9.865 espectadores. Estuvieron presentes los presidentes del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, y de la ACB, Francisco Roca, entre otros
No hay comentarios:
Publicar un comentario