A Javier González Jiménez (Las Palmas de Gran Canaria, 1977) una parálisis cerebral de nacimiento lo obliga a moverse en silla de ruedas, pero nada de esto le ha impedido ser el primer alumno que se titula en la Escuela de Vela Adaptada del RCNGC.
“Las sensaciones han sido muy buenas. El hecho de llevar el timón, de ser protagonista y sentir la navegación me ha gustado”, ha afirmado este viernes, tras recibir el título de manos de Luis Ley, el entrenador de la escuela.
Javier González, socio del RCNGC , practica además natación, buceo, tiro con arco, vuela en autogiro (un helicóptero monoplaza sin carcasa). “Y todo lo que se me ponga por delante”, agrega.
Además es comentarista deportivo, entrenador de baloncesto titulado y jefe de prensa del ECONY, el equipo de baloncesto en silla de ruedas que juega en la primera de la liga nacional y este año ha quedado 6º entre 18 equipos.
“Es curioso”, reflexiona, “es probable que si no hubiera tenido esta discapacidad no me hubiera planteado tantas cosas, habría sido una persona más pasiva”.
Pero ahora hablamos de vela. En este curso de iniciación Javier ha aprendido las nociones básicas de la navegación a vela teóricas y prácticas a bordo de un Raquero adaptado, de la mano de su entrenador.
A Javier el gusanillo de la vela le viene de niño pues su padre siempre tuvo un barco, “El eclipse”. “Me ha gustado este curso y lo recomiendo. En este tiempo que hemos estado navegando todos los días he sentido una evolución, cuanto más tiempo pasaba, mejor me encontraba”.
Nunca sintió miedo porque “con un buen maestro no ha lugar” y ahora quiere dar el salto al Hansa 303, el siguiente paso en el aprendizaje. El RCNGC ha adquirido dos de estos barcos específicos para vela adaptada gracias al patrocinio de la Obra Social ‘la Caixa’
Luis Ley valora el interés de su primer alumno y apunta que el manejo del timón le ha servido como terapia, ya que ha sido capaz de aumentar progresivamente el estiramiento del brazo izquierdo. También le ha obligado a mover el cuerpo para buscar el equilibrio.
Como dice Javier: “Si no quiero emociones, me compro una mecedora”.
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