El Herbalife Gran Canaria entregó, nuevamente, todo su sudor a la causa pero se quedó corto para sorprender al Real Madrid (93-103).
Lo que ocurrió en el primer ataque del partido fue un claro presagio de lo que iba a suceder. Aunque no tan claro como para que alguno de los presentes creyera lo que iba a suceder. Salin anotó el primer tiro del partido, y Carroll convirtió el segundo. Amagó con despegar el Real Madrid, cuya ofensiva era una declaración de amor continua entre Llull y Ayón, pero el Granca se aferró el encuentro con un gran acierto en el tiro.
El ritmo no paraba y Alen Omic hacía daño en la pintura, con 7 puntos y 4 rebotes en apenas siete minutos de juego. Dos tiros libres de Báez igualaban la contienda (19-19, minuto 8), y precedía un parcial de 0-5 para los blancos. La fe amarilla era indestructible y Kevin Pangos dejaba una de las acciones de la jornada con una maravillosa exhibición de manejo de balón que finalizaba con triple. Maciulis, con un aro pasado, cerraba un espectacular primer cuarto (24-26).
La labor de narrar o explicar lo que aconteció en el segundo cuarto es una ardua. Es una tarea casi imposible que requiere una concentración que transcienda el plano terrenal. Sobre todo porque lo que ambos equipos firmaron en los diez minutos del segundo acto del choque no parecía ser terrestre.
El Gran Canaria Arena vivió un cuarto sobrenatural que acabó con un parcial de 34-29. Triple tras triple. Sergio Rodríguez era imparable, anotando tras bloqueo, desde ocho metros o a una pierna. DJ Seeley no se amilanaba, ni Báez, o Sasu Salin o Aguilar. El Granca, como equipo, no aflojaba y obligaba al Real Madrid a seguir un ritmo que hasta para ellos era complicado de lograr.
Rabaseda se saltaba el guion y en lugar de clavar un triple desde más allá de 6,75 hundía el balón tras robo en la cara de un defensor blanco. Su mate daba al Herbalife Gran Canaria cinco de ventaja (53-48, minuto 18), renta recortada por Nocioni con un triplazo al que replicaba Albert Oliver. Al descanso, al término de la locura anotadora más bella vista en Gran Canaria, el marcador era de 58-55.
Y, de repente, se apagó la luz. El paso por vestuarios no sentó bien a un Herbalife Gran Canaria que no lograba anotar. El Real Madrid, en cambio, sí conseguía sumar poco a poco, con ataques largos y sin un excelso acierto, pero suficiente. Suficiente para firmar un demoledor parcial de 2-16 con el que se iban de 11 (60-71, minuto 26).
La segunda mitad del tercer cuarto fue algo mejor, con un Gran Canaria Arena llevando en volandas el intento de remontada de su equipo. DJ Seeley lanzaba un triple que hubiese puesto a solo cinco puntos a los isleños, pero el balón, tras chocar repetidamente en la parte interior del aro, acabó saliendo. Casi sobre la bocina del cuarto, Nocioni castigó el ánimo isleño con un triple lanzado con la mano de Sasu Salin en su cara (68-79).
El corazón y tesón amarillo era absoluto, un ente que lo cubría todo entre las cuatro líneas del parqué. Pero insuficiente ante un Real Madrid de récord. Taylor y luego Nocioni clavaban dos triples ya en el último cuarto que parecían sentenciar el encuentro (72-86, minuto 34) con poco más de seis minutos de juego por delante.
Pero allí donde no alcanzaba el talento o los tiros, llegaba la fe claretiana. Una fe que mueve montañas y ventajas. Aguilar anotó cinco puntos consecutivos, Omic consiguió cuatro puntos seguidos bajo el aro y el Herbalife Gran Canaria, de repente, tenía una oportunidad de ganar. En dos minutos y medio el parcial fue de 11-2 para un 83-88 que campeaba en el electrónico a 4:10 minutos del final.
No se pudo poner ni un ‘pero’ a los últimos minutos de un Granca entregado a la causa. A la causa de soñar irremediablemente sin hacer caso a talentos o lógicas. Los amarillos lo intentaron, pero el Real Madrid, guiado por un inspiradísimo Sergio Rodríguez, selló el triunfo desde 6,75. Lo hizo entre pitos de una afición isleña que acabó claramente molesta con los árbitros.
Al final, un resultado de 93-103 que supone la octava derrota del curso en Liga Endesa y que, además, acaba con una racha de 347 partidos seguidos en casa sin encajar más de 100 puntos.
El ritmo no paraba y Alen Omic hacía daño en la pintura, con 7 puntos y 4 rebotes en apenas siete minutos de juego. Dos tiros libres de Báez igualaban la contienda (19-19, minuto 8), y precedía un parcial de 0-5 para los blancos. La fe amarilla era indestructible y Kevin Pangos dejaba una de las acciones de la jornada con una maravillosa exhibición de manejo de balón que finalizaba con triple. Maciulis, con un aro pasado, cerraba un espectacular primer cuarto (24-26).
La labor de narrar o explicar lo que aconteció en el segundo cuarto es una ardua. Es una tarea casi imposible que requiere una concentración que transcienda el plano terrenal. Sobre todo porque lo que ambos equipos firmaron en los diez minutos del segundo acto del choque no parecía ser terrestre.
El Gran Canaria Arena vivió un cuarto sobrenatural que acabó con un parcial de 34-29. Triple tras triple. Sergio Rodríguez era imparable, anotando tras bloqueo, desde ocho metros o a una pierna. DJ Seeley no se amilanaba, ni Báez, o Sasu Salin o Aguilar. El Granca, como equipo, no aflojaba y obligaba al Real Madrid a seguir un ritmo que hasta para ellos era complicado de lograr.
Rabaseda se saltaba el guion y en lugar de clavar un triple desde más allá de 6,75 hundía el balón tras robo en la cara de un defensor blanco. Su mate daba al Herbalife Gran Canaria cinco de ventaja (53-48, minuto 18), renta recortada por Nocioni con un triplazo al que replicaba Albert Oliver. Al descanso, al término de la locura anotadora más bella vista en Gran Canaria, el marcador era de 58-55.
Y, de repente, se apagó la luz. El paso por vestuarios no sentó bien a un Herbalife Gran Canaria que no lograba anotar. El Real Madrid, en cambio, sí conseguía sumar poco a poco, con ataques largos y sin un excelso acierto, pero suficiente. Suficiente para firmar un demoledor parcial de 2-16 con el que se iban de 11 (60-71, minuto 26).
La segunda mitad del tercer cuarto fue algo mejor, con un Gran Canaria Arena llevando en volandas el intento de remontada de su equipo. DJ Seeley lanzaba un triple que hubiese puesto a solo cinco puntos a los isleños, pero el balón, tras chocar repetidamente en la parte interior del aro, acabó saliendo. Casi sobre la bocina del cuarto, Nocioni castigó el ánimo isleño con un triple lanzado con la mano de Sasu Salin en su cara (68-79).
El corazón y tesón amarillo era absoluto, un ente que lo cubría todo entre las cuatro líneas del parqué. Pero insuficiente ante un Real Madrid de récord. Taylor y luego Nocioni clavaban dos triples ya en el último cuarto que parecían sentenciar el encuentro (72-86, minuto 34) con poco más de seis minutos de juego por delante.
Pero allí donde no alcanzaba el talento o los tiros, llegaba la fe claretiana. Una fe que mueve montañas y ventajas. Aguilar anotó cinco puntos consecutivos, Omic consiguió cuatro puntos seguidos bajo el aro y el Herbalife Gran Canaria, de repente, tenía una oportunidad de ganar. En dos minutos y medio el parcial fue de 11-2 para un 83-88 que campeaba en el electrónico a 4:10 minutos del final.
No se pudo poner ni un ‘pero’ a los últimos minutos de un Granca entregado a la causa. A la causa de soñar irremediablemente sin hacer caso a talentos o lógicas. Los amarillos lo intentaron, pero el Real Madrid, guiado por un inspiradísimo Sergio Rodríguez, selló el triunfo desde 6,75. Lo hizo entre pitos de una afición isleña que acabó claramente molesta con los árbitros.
Al final, un resultado de 93-103 que supone la octava derrota del curso en Liga Endesa y que, además, acaba con una racha de 347 partidos seguidos en casa sin encajar más de 100 puntos.
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