El Herbalife Gran Canaria logró un triunfo vital ante el Gipuzkoa Basket con una canasta sobre la bocina de Albert Oliver tras un buen último cuarto.
En medio de la historia, tocaba jugar un partido de aparente normalidad. Como de poca importancia o trascendencia. Pero lo cierto es que el equipo amarillo visitaba la pista del Gipuzkoa Basket con la imperiosa necesidad de sumar un triunfo para seguir cerca de la zona de Playoff.
El partido comenzó plagado de desaciertos por partes de ambos equipos. Los locales, que llegaban a la cita después de encajar dos durísimas derrotas en sendos derbis vascos, y que no contaban con Taquan Dean, ponían la entrega. Los visitantes, con algo de cansancio en sus piernas, vivían de individualidades.
La importancia de Edy Tavares en la pintura era capital, y sus compañeros intentaban buscarle una y otra vez. Sin embargo, los de Ponsarnau se cerraban bien y el flujo de balón era más exterior. Los donostiarras estaban muy serios y eran liderados por un capital Jared Jordan. El base estadounidense comandaba a los suyos haciendo mucho daño en el bloque directo, y encontrando en David Doblas su perfecto escudero.
Entre Jordan y Doblas lograron endosar un parcial de 11-2 con el que Gipuzkoa Basket llegaba a disponer de diez puntos de ventaja (19-9, minuto 8), obligando a pedir tiempo muerto a Aíto García Reneses. Una decisión que tuvo sus frutos, pues con la segunda unidad en pista, el Herbalife Gran Canaria ganó en intensidad.
Albert Oliver, Eulis Báez y Brad Newley salieron desde el banquillo para aportar energía y alegría al juego claretiano. Con ellos en pista el parcial fue de 1-8, para cerrar el primer cuarto a tan solo tres puntos (20-17).
Las sensaciones eran mejorables, pero el Herbalife Gran Canaria se aferraba al choque y seguía manejando desventajas cortas. El primer triple de la tarde, obra de Newley, y una penetración de Txemi Urtasun, ponían por delante a los claretianos (20-22, minuto 12).
Iarochevitch se echó el equipo a la espalda con cinco puntos consecutivos para devolver las cosas al lugar en el que solían estar. Gipuzkoa Basket retomó la iniciativa y llegó a tener hasta siete puntos de ventaja con un triple de Jared Jordan, el mejor jugador local.
Sin embargo, el Herbalife Gran Canaria mejoró sus prestaciones defensivas y consiguió acortar distancias antes de enfilar el túnel de vestuarios. Un tiro libre de Bellas y dos de Eulis Báez dejaron las cosas en cuatro puntos tras veinte minutos marcados por la lucha (35-31).
Ambos equipos volvieron a la pista con la intención de mantener el nivel de juego. El Herbalife Gran Canaria, algo más despierto, lograba ponerse a tan solo un punto con varias acciones consecutivas de mérito de Levon Kendall. El canadiense fue otro de los hombres importantes saliendo con la segunda unidad.
Pero Gipuzkoa Basket siempre hallaba la manera de mantenerse por delante en el electrónico. Doblas, con poca participación en el segundo cuarto por problemas de faltas, reaparecía en el tercer cuarto para liderar en pasión y garra a los suyos, muy necesitados de la décima victoria del curso. Hanley se sumaba al empuje y dos puntos suyos obligaban a Aíto a pedir tiempo muerto (44-39, minuto 26).
Apareció entonces Kyle Kuric. Muy bien defendido por Grimau durante todo el partido, el escolta estadounidense por fin tuvo medio centímetro para hacer daño. Kuric anotó cuatro puntos seguidos para dar aire a los claretianos, que seguían quedándose a un punto de consumar la remontada. Llegó después de un triple de Oliver y un mate a una mano de, cómo no, Kuric. El americano hacía parar el choque a Ponsarnau (51-52), que ideó una última jugada bien ejecutada por Grimau. El catalán convirtió un triple, y Gipuzkoa Basket siguió mandando al término de un nuevo cuarto (54-52).
Irrumpió entonces Edy Tavares. El caboverdiano había tenido un buen partido, pero en el último cuarto elevó su nivel para ser decisivo, como viene siendo en las últimas semanas. El canterano anotaba, reboteaba, taponaba… Estaba en todos lados. Una acción protagonizada por él que arrancó en tapón y acabó en canasta en transición hacía temer lo peor a los locales (57-60, minuto 34).
Oliver y Báez secundaban bien el trabajo del pívot africano. Era el dominicano quien daba la mayor ventaja de la tarde a los suyos con una canasta de dos, pero Gipuzkoa Basket renunciaba a caer tan fácilmente. Dani Díez, bastante discreto, logró un triple para igualar el partido (64-64, minuto 37). Un empate que luego lo rompía Sasu Salin con otro acierto de 6,75. A minuto y medio del final, Albert Oliver clavaba otro triple para poner seis de diferencia y romper, aparentemente, el partido.
Pero no había nada decidido. Franch anotaba dos tiros libres, luego lo seguía Doblas con uno solo. Con 69-72 en el marcador y 33 segundos en el reloj, Albert Oliver no logró convertir. Jared Jordan cruzó la pista, encontró solo en la esquina a David Doblas… y el santanderino clavaba el triple para igualar la contienda.
Quedaba solo 2,5 segundos en el crono y el marcador era de 72-72. En un momento así las manos tiemblan, las frentes sudan y los corazones palpitan a una velocidad nada recomendable. Pero todo eso te pasa si no te llamas Albert Oliver. Porque si te llamas Albert Oliver, una situación así es como ir a tirar la basura un domingo cualquiera. El base catalán recibió desde el lateral, penetró, y se tomó la molestia de, más o menos, orientarse hacia la canasta para tirar sin mirar. El balón chocó contra el tablero y acabó entrando para locura del banquillo amarillo, que celebró en mitad de la cancha el triunfo sobre la bocina.
El partido comenzó plagado de desaciertos por partes de ambos equipos. Los locales, que llegaban a la cita después de encajar dos durísimas derrotas en sendos derbis vascos, y que no contaban con Taquan Dean, ponían la entrega. Los visitantes, con algo de cansancio en sus piernas, vivían de individualidades.
La importancia de Edy Tavares en la pintura era capital, y sus compañeros intentaban buscarle una y otra vez. Sin embargo, los de Ponsarnau se cerraban bien y el flujo de balón era más exterior. Los donostiarras estaban muy serios y eran liderados por un capital Jared Jordan. El base estadounidense comandaba a los suyos haciendo mucho daño en el bloque directo, y encontrando en David Doblas su perfecto escudero.
Entre Jordan y Doblas lograron endosar un parcial de 11-2 con el que Gipuzkoa Basket llegaba a disponer de diez puntos de ventaja (19-9, minuto 8), obligando a pedir tiempo muerto a Aíto García Reneses. Una decisión que tuvo sus frutos, pues con la segunda unidad en pista, el Herbalife Gran Canaria ganó en intensidad.
Albert Oliver, Eulis Báez y Brad Newley salieron desde el banquillo para aportar energía y alegría al juego claretiano. Con ellos en pista el parcial fue de 1-8, para cerrar el primer cuarto a tan solo tres puntos (20-17).
Las sensaciones eran mejorables, pero el Herbalife Gran Canaria se aferraba al choque y seguía manejando desventajas cortas. El primer triple de la tarde, obra de Newley, y una penetración de Txemi Urtasun, ponían por delante a los claretianos (20-22, minuto 12).
Iarochevitch se echó el equipo a la espalda con cinco puntos consecutivos para devolver las cosas al lugar en el que solían estar. Gipuzkoa Basket retomó la iniciativa y llegó a tener hasta siete puntos de ventaja con un triple de Jared Jordan, el mejor jugador local.
Sin embargo, el Herbalife Gran Canaria mejoró sus prestaciones defensivas y consiguió acortar distancias antes de enfilar el túnel de vestuarios. Un tiro libre de Bellas y dos de Eulis Báez dejaron las cosas en cuatro puntos tras veinte minutos marcados por la lucha (35-31).
Ambos equipos volvieron a la pista con la intención de mantener el nivel de juego. El Herbalife Gran Canaria, algo más despierto, lograba ponerse a tan solo un punto con varias acciones consecutivas de mérito de Levon Kendall. El canadiense fue otro de los hombres importantes saliendo con la segunda unidad.
Pero Gipuzkoa Basket siempre hallaba la manera de mantenerse por delante en el electrónico. Doblas, con poca participación en el segundo cuarto por problemas de faltas, reaparecía en el tercer cuarto para liderar en pasión y garra a los suyos, muy necesitados de la décima victoria del curso. Hanley se sumaba al empuje y dos puntos suyos obligaban a Aíto a pedir tiempo muerto (44-39, minuto 26).
Apareció entonces Kyle Kuric. Muy bien defendido por Grimau durante todo el partido, el escolta estadounidense por fin tuvo medio centímetro para hacer daño. Kuric anotó cuatro puntos seguidos para dar aire a los claretianos, que seguían quedándose a un punto de consumar la remontada. Llegó después de un triple de Oliver y un mate a una mano de, cómo no, Kuric. El americano hacía parar el choque a Ponsarnau (51-52), que ideó una última jugada bien ejecutada por Grimau. El catalán convirtió un triple, y Gipuzkoa Basket siguió mandando al término de un nuevo cuarto (54-52).
Irrumpió entonces Edy Tavares. El caboverdiano había tenido un buen partido, pero en el último cuarto elevó su nivel para ser decisivo, como viene siendo en las últimas semanas. El canterano anotaba, reboteaba, taponaba… Estaba en todos lados. Una acción protagonizada por él que arrancó en tapón y acabó en canasta en transición hacía temer lo peor a los locales (57-60, minuto 34).
Oliver y Báez secundaban bien el trabajo del pívot africano. Era el dominicano quien daba la mayor ventaja de la tarde a los suyos con una canasta de dos, pero Gipuzkoa Basket renunciaba a caer tan fácilmente. Dani Díez, bastante discreto, logró un triple para igualar el partido (64-64, minuto 37). Un empate que luego lo rompía Sasu Salin con otro acierto de 6,75. A minuto y medio del final, Albert Oliver clavaba otro triple para poner seis de diferencia y romper, aparentemente, el partido.
Pero no había nada decidido. Franch anotaba dos tiros libres, luego lo seguía Doblas con uno solo. Con 69-72 en el marcador y 33 segundos en el reloj, Albert Oliver no logró convertir. Jared Jordan cruzó la pista, encontró solo en la esquina a David Doblas… y el santanderino clavaba el triple para igualar la contienda.
Quedaba solo 2,5 segundos en el crono y el marcador era de 72-72. En un momento así las manos tiemblan, las frentes sudan y los corazones palpitan a una velocidad nada recomendable. Pero todo eso te pasa si no te llamas Albert Oliver. Porque si te llamas Albert Oliver, una situación así es como ir a tirar la basura un domingo cualquiera. El base catalán recibió desde el lateral, penetró, y se tomó la molestia de, más o menos, orientarse hacia la canasta para tirar sin mirar. El balón chocó contra el tablero y acabó entrando para locura del banquillo amarillo, que celebró en mitad de la cancha el triunfo sobre la bocina.
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